Monday, October 15, 2007

De un lugar de donde nunca seré. Marruecos


Al escribir sobre Madrid recordé Marruecos, país que me dejo un sabor agridulce, por un lado esa increíble sensación de haber sido trasladados a otro siglo (no uno sino varios) cuando caminas en medio de ese millón de estrechas calles del zoco, ¡pareciera que tus libros sobre historia medieval han cobrado vida!. Esto es especialmente cierto en las tanerias de Fez donde se procesan las pieles usando un método al menos 900 anos antiguo, que es fascinante y repugnante a la vez, el olor es simplemente insoportable. En el mercado de artesanías donde puedes encontrar pieles, alfombras, platal y todo trabajado con métodos antiquísimos y ahhh y qué decir de las droguerías con fragancias exóticas. Es increíble la belleza de algunos edificios y su riqueza en simbolismos especialmente en las mezquitas y en el barrio judío, todo esto es parte de Fez la más antigua de las capitales marroquíes porque de Tánger ni siquiera vale la pena nombrarla. El sabor amargo me lo dejo la sensación de aislamiento (no hablo ni francés ni árabe) pero que es lo de menos. Por mi color de piel y complexión podría pasar como marroquí lo que hizo que recibiera muchas miradas desaprobatorias al ir vestida de manera occidental y acompañada de alguien a todas luces occidental, eso me hizo ser sensible a la terrible desigualdad de género en este país, definitivamente Marruecos es como esas cosas que te fascinan pero que nunca podrás enamorarte de ellas, alguna vez leí que el amor precisa una gran dosis de igualdades y una pequeña de contradicciones, Marruecos para mi gusto tiene demasiadas contradicciones pero no niego que es fascinante.

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